Nunca he entendido la necesidad que tiene el ser humano de justificarse por toda aquello que hace (siempre y cuando la acción tenga probabilidad de salir mal). De hecho valoro a las personas que aún a riesgo de equivocarse son fieles a sus intuiciones y convicciones, persiguiendo los retos que se plantean, sin importar el qué dirán o sin plantearse la posibilidad de un error. A fin de cuentas, qué es un error, sino una desviación temporal del objetivo perseguido. Ayer me encontré a un compañero del instituto (hacía años que no lo veía), y ante la simple pregunta de "hola, como estás?". No hizo sino que contarme con todo lujo de detalles lo fantásticas que estaban siendo sus vacaciones (la novia al lado orgullosa y sin abrir la boquita). Una vez terminado el discurso (y ante mi cara de aburrimiento), optó por la correspondiente pregunta de cortesía "y las tuyas?". Si no recuerdo mal, tras iniciar el comentario de "Estoy con un proyecto y no puedo cogerme